De acuerdo a la sabiduría kabbalística, mientras eran esclavos en Egipto, los israelitas no eran responsables por sus propias vidas. Su felicidad estaba en manos de otra persona. Esta conciencia es lo opuesto del por qué fuimos creados. Estamos destinados a controlar nuestro destino, y a ser cocreadores de nuestras vidas. La verdad es que resulta mucho más sencillo (y generalmente menos doloroso) ser una víctima –un esclavo– que estar a cargo. El éxodo fue un proceso de adquirir la conciencia de libertad y control sobre sus destinos.
¿Qué lección aprendemos a partir de esto? Es tiempo de renunciar al dulce néctar de la culpa y continuar para hacer el trabajo.

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