El joven rey Arturo fue sorprendido y apresado por el monarca del reino vecino mientras cazaba furtivamente en sus bosques.
El rey pudo haberlo matado en el acto, pero se conmovió ante la juventud y la simpatía de Arturo y le ofreció la libertad, siempre y cuando en el plazo de un año hallara la respuesta a una pregunta difícil.
La pregunta era:
‘¿Qué quiere realmente la mujer?’
Semejante pregunta dejaría perplejo hasta al hombre más sabio y al joven Arturo le pareció imposible contestarla. Con todo, aquello era mejor que morir ahorcado, de modo que regresó a su reino y empezó a interrogar a la gente.
A la princesa, a la reina, a las prostitutas, a los monjes, a los sabios y al bufón de la corte… En suma, a todos, pero nadie le pudo dar una respuesta convincente. Eso sí, todos le aconsejaron que consultara a la vieja bruja, pues sólo ella sabría la respuesta.
El precio sería alto, ya que la vieja bruja era famosa en todo el reino por el precio exorbitante que cobraba por sus servicios.
Llegó el útimo día del año convenido y Arturo no tuvo más remedio que consultar a la hechicera.
Ella accedió a darle una respuesta satisfactoria, a condición de que primero aceptara el precio.
Ella quería casarse con Gawain, el caballero más noble de la Mesa Redonda, y el más íntimo amigo de Arturo.
El joven Arturo la miró horrorizado: era jorobada y feísima; tenía un solo diente, despedía un hedor que daba náuseas, y hacía ruidos obscenos.
Nunca se había topado con una criatura tan repugnante.
Se acobardó ante la perspectiva de pedirle a su amigo de toda la vida que asumiera por él esa carga terrible. No obstante, al enterarse del pacto propuesto, Gawain afirmó que no era un sacrificio excesivo a cambio de la vida de su compañero y la preservación de la Mesa Redonda.
Se anunció la boda y la vieja bruja, con su sabiduría infernal, dijo:
- ‘Lo que realmente quiere la mujer es ser soberana de su propia Vida’.
Todos supieron al instante que la hechicera había dicho una gran verdad, y que el joven rey Arturo estaría a salvo.
Y así fue, al oír la respuesta, el monarca vecino le devolvió la libertad.
Pero menuda boda fue aquella… Asistió la corte en pleno, y nadie se sintió más desgarrado entre el alivio y la angustia, que el propio Arturo.
Gawain se mostró cortés, gentil y respetuoso mientras que la vieja bruja hizo gala de sus peores modales: engulló la comida directamente del plato sin usar los cubiertos, emitió ruidos y olores espantosos, etcétera, etc étera. (¡Qué asco!)
Llegó la noche de bodas y cuando Gawain, ya preparado para ir al lecho nupcial, aguardaba a que su esposa se reuniera con él, apareció ella con el aspecto de la doncella más hermosa que un hombre desearía ver.
Gawain quedó estupefacto y le preguntó qué había sucedido.
La joven respondió que como había sido cortés con ella, la mitad del tiempo se presentaría con su aspecto horrible, y la otra mitad con su aspecto atractivo.
- ¿Cuál preferirías para el día, y cuál para la noche?
- ¡Qué pregunta cruel!.
Gawain se apresuró a hacer cálculos… ¿Querría tener durante el día a una joven adorable para exhibirla ante sus amigos y por las noches en la privacidad de su alcoba, a una bruja espantosa?
¿O prefería tener de día a una bruja, y a una joven hermosa en los momentos íntimos de su vida conyugal?
¿Usted qué hubiera preferido…?. ¿Qué hubiera elegido?
La elección que hizo Gawain está más adelante, pero antes de leerla tome su propia decisión… y prosiga…
El noble Gawain replicó que LA DEJARÍA ELEGIR POR SÍ MISMA. (¡Genio!)
Al oír esto, ella le anunció que sería una hermosa dama, de día y de noche, porque él la había respetado y le había permitido ser dueña de su vida.
¿Cuál es la Moraleja?
LA MORALEJA ES QUE NO IMPORTA SI LA MUJER ES BONITA O FEA,
¡EN EL FONDO SIEMPRE ES UNA BRUJA INTELIGENTE!
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