No pida usted un beso, ni pida que le quieran. En todo caso, dé usted ese beso y ofrezca cálidamente un gran abrazo con alma. No pida que le admiren o manipule para que le prefieran. No pida el corazón porque dicha entrega es una acción pura y espontánea. Un acto que, si de pronto, se ve forzado por nuestras propias exigencias, no será más que “pan para hoy y hambre para mañana”.
Conviene reorientar nuestra necesidad de tapar las carencias, comenzando por ofrecer todo aquello que uno para sí mismo desea.
JOSÉ MARIA DORIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario