martes, 15 de julio de 2014

¿TE SIENTES UN SAPO HERVIDO?



Varios estudios biológicos demuestran que un sapo colocado en un recipiente con agua de su misma charca, se queda quieto mientras calentamos el agua, aunque esta llegue a hervir. El sapo no reacciona al gradual aumento de temperatura (cambios de ambiente) y muere cuando el agua hierve. Hinchado y feliz.
Sin embargo, otro sapo que sea arrojado en el mismo recipiente con agua ya hirviendo, salta inmediatamente hacia fuera. Medio chamuscado ¡pero vivo!
A veces, somos sapos hervidos. No sentimos los cambios. Nos parece que todo está perfectamente, o que lo que marcha mal terminará pasando –es solo cuestión de tiempo. Estamos a punto de morir, pero seguimos flotando, estables y apáticos, en el agua que se calienta poco a poco. Acabamos muriendo, hinchaditos y felices, sin haber notado cambios en lo que nos rodea.
Los sapos hervidos no se dan cuenta de que, además de ser eficientes (hacer las cosas bien), necesitan ser eficaces (hacer las cosas que tienen que hacerse). Y para que esto ocurra, existe la necesidad de un continuo crecimiento, con espacio para el diálogo, para la comunicación, para compartir y planear, para una relación adulta. El desafío aún mayor está en la humildad de actuar respetando el pensamiento del otro.
Hay sapos hervidos que aún creen que lo fundamental es la obediencia, en lugar de la competencia: manda quien puede, y obedece quien tiene juicio. Y en todo esto, ¿dónde está la vida de verdad? Es mejor salir medio chamuscado de una situación, pero vivos y listos para la acción
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