No tenemos puerta en nuestro monasterio –le comentó Shantih a un visitante.
–¿Y qué hacen con los ladrones?
–No hay nada valioso aquí dentro. Si lo hubiese, ya se lo habríamos dado a quien lo necesita.
–¿Y las personas inoportunas, que vienen a perturbar la paz?
–Las ignoramos, y entonces se marchan —dijo Shantih.
–¿Solo esto? ¿Y da resultado?
Shantih no respondió. El visitante insistió algunas veces. Viendo que no obtenía ninguna respuesta, resolvió marcharse.
“¿Has visto cómo funciona?”, se dijo Shantih a sí mismo, sonriendo.
VÍA LA REVISTA
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