¿Qué pasaría si nos obligaran a vivir durante años encerrados en una habitación con alguien que, conociendo toda nuestra vida, fuera hostil hacia nosotros: nos criticara, nos reprochara todos nuestros errores, desmereciera nuestros logros y esfuerzos, descalificara nuestras opiniones, o fuera despiadado con nuestras heridas...? Bien: la habitación es nuestro cuerpo, y, si eso se da, ambos convivientes son distintas partes de nuestro propio psiquismo. Podríamos hablar de un autoacoso moral. Y debemos saber algo: puesto que para la conformación de nuestra personalidad nos alimentamos psicológicamente de nuestro entorno... cuando hay un autoacosador interno es porque nos lo hemos comido! Lo hemos introyectado desde el afuera. Esto no es en sí mismo un problema: el problema es que le hayamos conferido autoridad sobre nuestra vida. Y peor aún si se la seguimos confiriendo HOY!
CENTRO TRANSPERSONAL BUENOS AIRES.
VÍA LA MAGA
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