Cuando empiezas poco a poco a desprenderte de tu identidad, a ser un humano genérico, dejas de verte en una edad determinada.
Luego dejas de identificarte con el tiempo en general.
Después ya no te reconoces originario de una patria o hablante de una lengua determinada.
No te ves en tu nombre, no te confundes con las cosas que posees, vas cesando en la identificación.
Te agarras a lo que eres.
A la alegría de la vida.
Eres cada vez más feliz y no necesitas el traje rígido del carácter o de la personalidad.
Te haces fluido, como el agua.
Alejandro Jodorowsky —
VÍA LUZ ARCOÍRIS
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