Para un hombre de conocimiento, solo existe el Aquí y el Ahora. Por lo tanto, entiende que cada vez que actúa, está aumentando su poder y su fuerza. Al hacerlo, observa con atención todo aquello que lo rodea, y sabe que cada cosa, por pequeña o insignificante que sea, está cargada de energía, y puede enseñarle algo: plantas, clavos, hojas caídas, todo eso necesita de una gigantesca energía para mantener los átomos en su lugar, de modo que puedan ser percibidas y tocadas.
Un verdadero guerrero consigue absorber esta fuerza, y la usa en su provecho.
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