Me caí, me levanté, sacudí mi ropa, sonreí y comencé nuevamente.
Pasó el tiempo, tropecé, tambaleé y caí…me levanté, sacudí mi ropa, pero esta vez mis rodillas sangraron, las limpié…y comencé nuevamente.
Siguió pasando el tiempo, otra vez caí, ahora no sólo mis rodillas sangraron, sino que también mis codos y manos estaban heridos.
Sólo ahora, cuando comienzo a levantarme, me doy cuenta que quizás nunca hubiese tambaleado, que quizás nunca hubiese caido y que quizás nunca me hubiese herido si tan solo hubiese visto tu mano siempre extendida para ayudarme… juntos es todo menos amargo, que alegría que estés a mi lado!
ELEANSAR
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