Son los Devas elementales o espíritus de la Naturaleza, las pequeñas criaturas que la fantasía del hombre ha clasificado como gnomos, elfos, silfos, hadas, ondinas, dríadas o criaturas del fuego. Especificación según G. Hodson:
Gnomo: “Gnomo” es un título genérico de los espíritus naturales del elemento tierra. Vive normalmente dentro del doble etérico de la tierra; es por lo común delgado y larguirucho, de apariencia grotesca, cadavérico, con mandíbulas en forma de farol, y a veces solitario. Da la impresión de extrema vejez; toda su apariencia y porte difieren cabalmente de los del hombre actual.
Sus brazos son demasiado largos para nuestro sentido de la proporción, y como sus piernas, están doblados en las articulaciones como si se hubiesen endurecido con la edad. Su tez es muy tosca y áspera, los ojos son pequeños y negros, con un leve sesgo hacia arriba en los costados.
El gnomo es aparentemente una reliquia de los tiempos de la antigua Lemuria y, si esto es cierto, puede significar que el tipo es una representación de la apariencia de la gente de esa época.
El gnomo de la tierra no es un tipo agradable de elemental; los encontrados en Inglaterra han sido de color muy negro o marrón turba, y aunque raras veces fui objeto de su hostilidad, su atmósfera es decididamente desagradable.
Elfos: Los elfos difieren de los demás espíritus naturales principalmente en que, por lo común, no están vestidos con reproducción alguna del atuendo humano, y su constitución corporal consiste en una masa sólida de sustancia etérica, carente por entero de organización interior.
Los elfos del bosque parecen cubiertos por completo por una piel ajustada y de una sola pieza, que reluce como si estuviera mojada y tiene el color de la corteza de haya. Sus manos y pies son grandes, totalmente desproporcionados respecto del resto de sus cuerpos. Sus piernas son delgadas y sus orejas rematan en punta, casi en forma de pera. Sus narices son también puntiagudas y sus bocas anchas. Dentro de la boca no hay dientes ni estructuras – ni siquiera lenguas, por lo que puede verse – como si todo fuese de una pieza de jalea etérica. Una pequeña aura verde los rodea.
Viven de las raíces de una enorme haya. Desaparecen a través de una hendidura por la que entran como en una cueva, y se hunden en el suelo hasta fundirse con el doble etérico del árbol.
Viven de las raíces de una enorme haya. Desaparecen a través de una hendidura por la que entran como en una cueva, y se hunden en el suelo hasta fundirse con el doble etérico del árbol.
Los elfos de las playas tienen cabezas de tamaño desmesurados, rostros de elfos, orejas grandes, cuerpecitos redondos y piernas cortas y finas que terminan en pies que parecen telarañas. Tienen una estatura de 7 a 15 cm.; se familiarizan con los seres humanos y la presencia de éstos de ningún modo los perturba.
Silfos: Son espíritus naturales del aire. Su estatura es más bien por debajo de la estatura humana, pero son muy humanos en cuanto a la forma, aunque asexuados.
Se divierten intensamente, en grupos de dos o tres, viajando por el cielo a gran velocidad. En su júbilo hay cierta fiereza cuando se llaman unos a los otros; sus gritos resuenan como el silbido del viento, recordando a las valkirias de la ópera homónima de Wagner. Sin embargo, esto es una ilusión producida por las fuerzas que fluyen a través de su auras.
Predominan pálidos matices color rosado y azul-celeste, mientras en torno a sus cabezas se pervive una luz radiante de muchas tonalidades.
Los rostros de estas criaturas astro-mentales del aires se parecen a las extrañamente bellas pero feroces amazonas, fuertes, vitales y controladas a pesar de su abandono aparentemente indiferente. Sus movimientos a través del aire son muy rápidos, pues parecen recorrer distancias entre 16 a 24 Km. en un instante.
Los silfos de las tormentas son oscuros y horribles, de apariencia muy similar a la de grandes murciélagos que se desplazan con rapidez. Se proyecta hacia atrás y hacia delante por el valle de Wythburn; a veces siguen muy de cerca la conformación de la colinas. Parecen estar en un estado de gran excitación y dan la impresión de intensificar las condiciones eléctricas y magnéticas características de una tormenta.
Sus rostros son humanos y plenamente formados, aunque su expresión es claramente desagradable. Profieren un ruido extraño, como un chillido, y ocasionalmente te lanzan verticalmente hacia arriba, traspasan las nubes y reaparecen por encima de éstas.
vía SOY ESPIRITUAL
vía SOY ESPIRITUAL
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