Para mí, lo más importante del viaje,
es decidir qué debo llevar en mi maleta.
Ni el itinerario ni la compra de boletos ni los trámites,
ni lo que debo dejar preparado en casa
o en la oficina me hace pensar tanto como el equipaje.
Tomemos por ejemplo el viaje de la vida...
Tiene tantas etapas, tantos cambios de itinerario...
Nos enfrentamos a mil cimas diferentes...
Si nos empeñáramos en llevar todo,
seguramente el peso no nos dejaría movernos.
Es por eso que en el viaje de la vida, el peso debe ser ligero...
Debes, sí, empacar los recuerdos felices.
Te serán muy útiles en los trayectos fríos.
Los amargos, déjalos. No sirven de nada.
Imposible viajar con rencores.
Ocupan demasiado espacio en la maleta.
Si piensas remontar a las alturas,
elimina también de tu equipaje el miedo y la indecisión.
Son como plomo que te impedirá elevarte.
En tu botiquín de viaje incluye todo el amor que puedas,
así como la amistad y sonrisas que vayas encontrando en el camino.
Serán el mejor bálsamo para heridas futuras.
Aunque el pesimismo puede resultar útil en algunas etapas,
no lo lleves si no estás seguro de poder manejarlo.
Eso sí, llena todos los huecos que queden en las maletas con optimismo,
y no olvides llevar tus lentes,
esos que te permiten ver la vida de colores.
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