Puede que una de sus más agudas observaciones sea la que describe los primeros momentos en la vida de una jirafa.
Para empezar, el bebé se precipita contra el suelo desde una altura considerable. La madre, con su largo cuello, se mueve un poco a un lado, y ve a su cría luchando para ponerse en pie. Inmediatamente, ella extiende su larga pata, propinándole un golpe no muy delicado a la jirafita, que sale rodando sobre sí misma. Esto se repite numerosas veces, hasta que, ya cansada, la recién nacida logra finalmente levantarse para ponerse a salvo.
En este momento, en lugar de mostrarse orgullosa, la madre presenta un comportamiento extraño: una vez más, patea a la cría, que cae y vuelve a levantarse, más deprisa. ¿Por qué? Ella quiere que su bebé aprenda rápido que va a vivir en un mundo lleno de depredadores.
Si no aprende a levantarse inmediatamente cuando cae, nunca podrá disfrutar de la vida que se abre ante ella.
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