Tú quieres, pero tienes miedo.
Por un lado quieres, por el otro, tienes miedo.
Tienes miedo del riesgo, tienes miedo del chapuzón rumbo a lo desconocido.
¿Qué debes hacer entonces?
Primero de todo:
Entender por qué lo quieres. Por qué tienes necesidad de que este deseo se concretice. ¿Es porque quieres ser aceptado? ¿Es para sentirte más seguro? ¿Es para ser más feliz? ¿Para hacer desaparecer esa insatisfacción?
Piensa: no hay nada que venga de afuera que te pueda traer felicidad plena.
El secreto es: siempre que desees hacer algo porque te sientes mal, encuentra la manera de sentirte bien. Encuentra la manera de sentirte mejor.
Medita, haz terapia, ven aquí arriba, llora, haz cualquier cosa para sentirte bien internamente.
Después...después de que estés mejor, de que te sientas equilibrado y feliz, piensa: ¿Aún quiero avanzar con esta cuestión?
En ese momento ya has escogido.
Si la respuesta es negativa es porque lo que tú querías era una acción de afuera para mejorar internamente. Está claro que no iba a funcionar, pues estabas huyendo, no ibas a ir al fondo de la cuestión.
Al obligarte a sentirte bien con la meditación, con la interiorización, con lo que sea, estás validando uno de los más altos preceptos del Cielo.
Todo se cura de adentro a afuera, del interior al exterior, y no al contrario.
Si la respuesta es "no", te libraste de una acción estéril que no te iba a servir para nada más que para hacerte perder el tiempo.
Pero si la respuesta es "si", si, a pesar de estar ya bien, aún deseas avanzar, ahí la cosa cambia.
Se trata de una intuición. Se trata de algo que se corresponde con tu energía original.
Puedes avanzar, pues por más difícil que sea el recorrido, nunca te alejará de tu camino original, por el contrario, participará en el enriquecimiento de tu vida interior.
Jesús, "El Libro de la Luz"
VÍA VIVIR EN LA LUZ
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