Me encanta hacer punto y ganchillo. Y siendo algo que me gusta y que hago cada día, me ofrece muchas oportunidades de crecimiento personal.
Ayer concretamente me encontré apasionada con un proyecto. ¡No podía parar de darle a la aguja y el hilo! Y empecé a sentir dolor en la espalda y y la mano.
Claro, diría cualquiera, tienes la mano y la espalda cansadas de tanto trabajar.
Pero yo sé que no es bien bien así:
La conciencia está deseando expresarse a través de mí, y por eso he encontrado (he manifestado) un proyecto que me apasiona. Pero al mismo tiempo, la conciencia se ha encontrado con un obstáculo considerable, que he manifestado como dolor en la espalda y la mano.
Podía parar para dejar de sentir el dolor, o podía seguir y observar el dolor.
Opté por lo segundo, y a medida que iba tejiendo, el dolor se hacía más intenso…
Yo me reía. Pensaba: “¿Cómo puede ser que sienta tanta ilusión y alegría al hacer esto y tanto dolor al mismo tiempo?”
Observando, observando… por la tarde tenía los hombros entumecidos y la cabeza nublada. Me tiré en el sofá, y seguí observando lo que sucedía. Sentía como si un golpe de viento fuerte (la ilusión, la conciencia expresándose a través mí) hubiera movido mucho polvo (patrones de pensamiento limitantes: no puedo, tengo que terminar esto pronto, etc), y ese polvo no me dejara ver nada.
Me mantuve con actitud positiva, atenta, observadora, paciente…
Recordé y comprendí el sueño de la noche anterior: un chico rubio muy guapo me regalaba primero una autocaravana y luego una caravana. Y yo las sentía como una carga, porque no sabía conducirlas, y no sabía dónde aparcarlas… El chico era mi ilusión al tejer, la creatividad fluyendo a través de mi persona, y las caravanas eran el pensamiento limitante que se manifestaba en dolor.
Me fui a dormir.
Esta noche he soñado que iba a la peluquería, y cuando terminaban de cortarme el pelo y yo quería irme, me decían que ni hablar, que tenía que recoger. En el sueño me veía recogiendo todo tipo de restos de comida (es un sueño), y limpiando la cocina y el suelo…
El corte de pelo era el cambio, la renovación, el paso adelante, y lo que había que limpiar, los pensamientos limitantes.
Cuando esta mañana me he puesto con la aguja y el hilo… ¡tachán! todo era diferente: mi postura, mi actitud… No me dolía la mano ni los hombros… Sé que mis deseos tienen ahora el camino un poco más fácil, porque he despejado un poco mi mente de pensamientos limitantes.
Reconozco que ha empezado a dolerme otra parte de la espalda, pero eso para mí no es mala noticia. Todo lo contrario: tengo la oportunidad de despejar un poco más el camino. No es tan difícil: espero a que se manifieste un problema, me mantengo relajada y positiva… y de repente, se esfuma mi limitación y manifiesto así una realidad mejor.
Cuanto más despejada esté yo de creencias limitantes, realidades más bonitas reflejaré. A la hora de hacer punto, por ejemplo, me sentiré más inspirada y crearé cosas más bonitas disfrutando más en el proceso. Y sé que lo que he despejado esta vez se extiende a otras facetas de la vida.
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