sábado, 16 de febrero de 2013

¿EL POR QUÉ DEL CAMINO?



Eli Bravo

Quizás por las trazas de filosofía práctica que encierran, en ocasiones me descubro soltando frases hechas. Por ejemplo, “lo importante es el viaje y no el destino”, una frase ideal para cuando apartamos los ojos del camino por estar con la vista perdida en el horizonte. Y no porque resulte conveniente andar siempre por ahí con la mirada pegada al suelo, sino porque a veces, de tanto pensar en el lugar a donde queremos llegar, nos perdemos lo mejor del paisaje.

La dichosa frase me vino a la mente hace unos días mientras leía a Eckhart Tolle. “El viaje de tu vida tiene un propósito externo y otro interno” escribe en su best-seller El poder del Ahora, donde asegura que el propósito externo tiene que ver con nuestras metas establecidas y las ilusiones del futuro, mientras que el interno se refiere al nivel de conciencia que logramos alcanzar en el momento presente del viaje. “El propósito interno nada tiene que ver con hacia dónde vas o qué estás haciendo, sino con el cómo. Tu viaje externo puede contener un millón de pasos; tu viaje interno tiene uno solo: el paso que estás tomando ahora mismo”.

Para Tolle el propósito interno es el único trascendente, pero ¿significa esto que debemos olvidarnos del camino que tenemos por delante?

No exactamente. Más bien nos dice que el paso que das ahora, en este preciso momento, lleva consigo todos los que vendrán así como el destino final. ¿Muy enredado? Si piensas que tu vida está sometida a los vasos comunicantes del pasado, presente y futuro, puede sonar extraño. Y ni hablar si te encanta conjugar la existencia en pasado pluscuamperfecto. Ya sabes, el famoso hubiera o hubiese sido. Pero gramática aparte (que siempre resulta enredada) si lo piensas bien, es evidente: el único tiempo donde realmente vivimos es ahora. Todos los otros hubiera perdieron el autobús. Ni fueron ni serán.

Volviendo a los propósitos del viaje ¿Cuáles son los que realmente cuentan? Sin dudas el cómo es importante, y es que la profundidad con la que vives el presente determina la plenitud y satisfacción que logras sentir en todo momento del trayecto. Pero no podemos dejar por fuera el por qué.

Como si fueran un combustible vital, nuestros principios, creencias y motivaciones tienen el poder de moldear nuestro viaje y acercarnos a aquello que buscamos. De ellos se alimenta el por qué, y cuando ese por qué está claro y alimenta el presente, se manifiesta como el propósito de fondo en el paso que das ahora. Es la razón por la cual te levantas cada día y pones manos a la obra.

¿Sabes cuál es el tuyo?

Aquí caben todas las respuestas, desde las más sublimes hasta aquellas totalmente pedestres. Poder, dinero, familia, servicio a los demás, felicidad… cada quien tiene la opción de escoger el por qué que le resulte más atractivo, aunque no todos son capaces de transformar la cotidianidad en una vida plena y con sentido. Tú lo sabes, money can´t buy me love.

Precisar el cómo y el por qué es una de esas tareas que bien vale la pena emprender. En el momento que los descubres, centras allí tu atención y los alineas con tus acciones, el viaje de la vida se hace mucho más interesante y rico.

Además sentirás, al abrir los ojos cada mañana, que tienes una razón más poderosa para salir de la cama que simplemente ir al baño.

Fuente: http://www.inspirulina.com

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