Nunca nos convertiremos en las personas que estamos destinadas a ser si creemos que: “yo soy yo, y tú eres tú”.
Todos juntos somos un alma.
Al igual que un cuerpo con muchas partes diferentes, lo que le hacemos a cada uno de los demás, o cómo nos comportemos con cada uno de ellos, nos afecta de manera individual y colectiva. Si un dedo infectado toca el ojo, el cuerpo entero siente la infección.
Cuando comenzamos a tener verdadera reverencia y apreciación hacia este entendimiento, entonces podemos comenzar a vivir la conciencia de: “ama a tu prójimo”.
YEHUDA BERG
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