Es lo distinto de riqueza, de abundancia…la pobreza.
Claro, siempre existirá un grado de ella, aunque se tengan millones de buenos momentos.
La pobreza es un estado de conciencia que tiene que ver con el apego.
Apego a la deuda, apego al crédito, apego a la esperanza.
Para el yo pobre siempre existirá un faltante.
¡Es pobre en su lugar de residencia… mejor ir a la ciudad!
¡Es pobre en su hogar...mejor mudarse al edificio!
¡Es pobre en su trabajo…mejor endeudarse!
Definir la pobreza es definir la necesidad, el más, lo añorado.
En la pobreza siempre existe el “querer ser”, “el querer lograr”.
No existe satisfacción con lo que se es.
La esperanza es la religión de la pobreza.
Nunca es suficiente, nunca es lo adecuado, nunca lo mío… ¡La esperanza traerá aquello! Dice el yo pobre.
Para el yo pobre su condición no es la óptima y su reclamo no es indiferente, por todos los medios “ha de ser león, aunque sea gato”.
La solución está en dignificar el pensamiento.
Síntoma ineludible de pobreza es la carestía. Carestía de valores, de respeto, de solidaridad, de limpieza, de disciplina, de… ¿dinero? ¡No, de dinero…no! Hasta los grandes potentados tienen escasez muchas de las veces.
La pobreza está en el nivel de Ser.
Cuando el yo de la pobreza es observado, se deja de añorar.
Cuando el yo de la pobreza es observado, se descubre el apego a la deuda, al crédito.
Cuando el yo de la pobreza es observado, se encuentra el apego al merecimiento.
Dejar el yo pobre, es dejar el apego, es lograr la moderación.
Práctica:
Gracias Madre Divina por eliminar de mi corazón el yo de la pobreza, el apego a la deuda. Gracias mi Señor El Cristo por derramar en mi corazón, la moderación y el desapego.
Atentamente
Erick Bojorque
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