que sos, vas a experimentar todo de todo, todo el tiempo,
y gracias a esa experiencia, vas ampliando tu información,
tu práctica y tus decisiones.
Elegimos qué experiencias seguir ampliando, y cuáles
descartar, según el sufrimiento o la alegría que provengan
de ellas.
Se va entendiendo que la alegría y el sufrimiento se
suceden y siguen continuamente, y que la elección sabia, es
trascenderlas a ambas, como caras de la misma moneda, y
simplemente elegir Ser. Ser más que la alegría y el sufrimiento
de turno.
Al Conocer la verdad de nuestra naturaleza, ya no vivimos
en función del logro o la sensación de alegría o
sufrimiento que una situación nos presente. Estamos más
allá de eso.
El ejercicio es comprenderlo y trascenderlo. Seguir jugando,
pero conociendo definitivamente las reglas.
Sabiendo que nos movemos en una tercera dimensión, en la
que hay leyes claras, de las cuales la de causa y efecto, es
quizás la base de todas, para incluso superar esas leyes,
que de última han sido creadas para ese mundo tridimensional.
Si nos identificamos solo con él, más vale que conozcamos
esas leyes y las observemos, para poder transitar
bien por el planeta en esta vida; pero si logramos ir más
allá de esas normas inevitables en lo mundano, podemos
llegar al centro de donde toda esa creación externa surge.
Y ahí sí, somos los dueños de las reglas. Ya sabemos. Y si
seguimos jugando, lo hacemos desde la conciencia, no
desde la ignorancia. No somos jugados por el mundo. Jugamos
en el mundo, sin pertenecerle.
La frase de Jesús, tan extraordinaria y tan poco enseñada
y difundida:
“Sean de este mundo; pero no le pertenezcan”
CLAUDIO MARÍA DOMINGUEZ
VÍA ESPIRITUALIDAD DIARIA
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