domingo, 16 de septiembre de 2012

SE SANÓ POR UN SUEÑO...♥





–¿Me estás diciendo que un sueño sacó a tu hija de su enfermedad? Eso no es posible.

–Es exactamente lo que te estoy diciendo. ¿Y por qué crees que no es posible?

–No lo sé. Simplemente nunca he escuchado antes una historia como esa. A ver cuéntame –Cecilia deja en la mesa la taza de café. Está demasiado caliente aún. Quiere oír la historia de su amigo.

–¿Recuerdas lo angustiado que me encontraba el mes pasado porque Amalia, mi niñita, se encontraba tan mal? –Esteban aprieta sus manos, una contra otra, recordando esos momentos. –Bueno, durante tres semanas mi señora y yo la vimos bajar paulatinamente de peso sin razón aparente. Iba perdiendo lentamente sus fuerzas. La llevamos a varios doctores y le hicimos muchos exámenes, pero nadie pudo determinar realmente qué era lo que estaba afectando a mi hija.

‹¿Qué más puedo hacer? La pregunta surgió desde lo más hondo de mi ser, me encontraba tremendamente afligido. Siempre he creído en Dios, ¿cómo pedir su ayuda?

‹Inmediatamente llegó una idea a mi cabeza. ¿Y en sueños? Alguna vez había leído o escuchado, no recuerdo bien, que en sueños te puedes comunicar con quien quieras.

–¿Y qué pasó? ¿Qué soñaste? –Cecilia se muestra muy interesada.

–Esa noche tuve un sueño. Uno muy especial. En él me encuentro solo en el centro de un prado, abrazado por un cálido viento. Puedo sentir el calor de los rayos de una fuerte luz, de un amarillo casi anaranjado. Me arrodillo en este verde prado para pedir por mi hija y su pronta recuperación. Pero no logro decir nada, porque antes de que pronuncie palabra aparecen junto a mí tres seres. Sólo puedo distinguir sus siluetas, no así sus rostros. Me dicen lo siguiente –Esteban traga saliva–: “Esteban, tú nunca has estado solo, te hemos acompañado siempre. Tanto quienes estamos aquí contigo como muchos otros Seres. Nunca pierdas tu fe. Y no necesitas darle tu confianza a otros sanadores, pues toda persona tiene la capacidad de sanarse a sí misma y de sanar a otros a través de la Energía Universal que emana del Todo.”

‹¿Pero y cómo lo hago? En cuanto pensé en esta pregunta, y antes siquiera de pronunciarla, me encuentro en la habitación de mi hija practicándole imposición de manos en la zona donde se le producían fuertes dolores. Ahí acaba mi sueño.

–¿Y Amalia se recuperó? ¿Así no más, por tu sueño? –Cecilia se muestra impaciente.

–Espera, espera –la calma Esteban. –Recuerdo que esa semana hubo temperaturas muy bajas, pero al despertar en mi habitación todavía sentía esa cálida brisa. ¿Aún estoy soñando?, me preguntaba. Abrí los ojos y me senté en la cama. Había tanta paz en el ambiente que me levanté sin el estrés habitual. Fue como cuando has participado de una sesión de reiki, me sentía muy relajado y fue como si se hubiera instalado en mí una actitud nueva para enfrentar la situación que padecíamos con nuestra hija.

‹Con una confianza que simplemente emanaba de mí le dije a mi señora que no llorara más, que nuestra hija se recuperaría del mal que la aquejaba.

‹Me fui directamente a la habitación de Amalia, que aún dormía, y acerqué mis manos al lugar donde sentía esos grandes dolores. Pedí que me ayudaran a sanarla. Entonces sentí una energía muy cálida que bajó por cada hombro hasta la punta de mis dedos y me quedé ahí un rato con ella, transfiriéndole esa energía. En ese momento ella abrió sus ojos, sonrió y siguió durmiendo.

–¿Y? ¿Cómo está ahora? –Cecilia insiste.

–Ahh… –Esteban suspira. –Cada día que pasa mi niñita está mejor, ha ido recuperando su peso y su linda sonrisa. Ya no tiene ninguna dolencia. Se sanó del todo.

‹Y yo sigo intentado volver en mis sueños a ese lugar donde encontré tanta paz.

Edna Wend-Erdel

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