“Un hombre muy ocupado visitó a un sabio maestro. Había oído que era un santo y tenía mucho interés en conocerlo. Cuando al fin se sentó frente a él, este le habló:
-Ya no eres joven, así que yo te diría que es conveniente que comiences a abandonar la vida que llevas y a ocuparte un poco más de ti.
-Lo haría —replicó el hombre—, ¡pero estoy tan ocupado! Atiendo mis negocios, voy a reuniones de trabajo, asisto a fiestas sociales, charlo con mis colegas, en verdad no puedo parar… ¡Estoy tan ocupado!
El maestro repuso entonces:
-Entonces manda a hacer desde ya una lapida que diga: “Aquí yace un hombre que supo llenar su vida de inútiles actividades y nunca pudo vivir realmente!”.
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