lunes, 4 de junio de 2012

LA TRAMPA DE QUEDARTE PEGADO EN EL ¿POR QUÉ?






Leo Alcalá


Nada es sino de acuerdo a la consciencia en que se vive.


Ninguna herramienta en sí misma tiene un poder o un efecto, sino según la consciencia y energía con que la utilices.


Así, el uso de nuestro lenguaje podrá hipnotizarnos o liberarnos, según la consciencia con que lo empleemos.


A lo largo de mi historia, como todos, me he encontrado incontables veces ante circunstancias que en esos momentos he considerado indeseables (¿quién no?).


Muchas de ellas incomprensibles. Desde emociones que me abrumaron en su momento (depresión, inseguridad, miedo, indignación…), hasta encontrarme literalmente secuestrado a punta de pistola.


Más incomprensible puede parecer aún cuando las cosas se repiten (como en el caso de ser secuestrado :-P ).


Y ahí, ante lo que no entendemos, ante lo que parece injusto, ante lo que nos sorprende y nos saca de nuestra acostumbrada cotidianidad…


Surge la pregunta.


¿Por qué? ¡¿Por qué?¡


A veces, incluso, cuando me encontraba en la primera etapa de la evolución de mi consciencia, sonaba así:


¡¿Por qué A Mí?!


Desde el estado de ser implícito en esa interrogante (el de creernos y sentirnos al efecto de las circunstancias), podemos hasta variar la terminación de la pregunta:


¿Por qué ahora?


¿Por qué él (o ella)?


¿Por qué otra vez?


O hasta la manera de iniciarla:


¡Qué vaina! ¡Coño! ¡¿Por qué?! ¡No joda!


¿Por qué? ¡¿Por qué?¡ ¡¿POR QUÉ?!


La trampa no está en la pregunta per sé. No son las palabras. Es el estado de consciencia, el estado de ser, la vibra en la que nos encontramos, cuando nos hacemos la pregunta.


Verás, quedarnos pegados en la pregunta por el por qué, repitiéndonosla una y otra vez, cuando estamos operando como víctimas, no hace más que hundirnos más en la ilusión de nuestra falta de poder.


Desde esa energía, la connotación vibracional que acompaña a la pregunta es una de resistencia.


Con cada nuevo por qué lo que hay es una pataleta. Una queja. Y escondida detrás, lo que sigue es la búsqueda por un culpable.


Ese por qué nos lleva a etiquetar y a juzgar lo que es. Y usualmente se distorsiona aún más cuando la usamos para invalidarnos desde la premisa de que si pasó lo que pasó, es porque algo malo hicimos… o algo malo somos.


¿Te das cuenta?


Con cada por qué a ese nivel de consciencia, implícitamente e inconscientemente, le damos cada vez más fuerza al significado de que lo ocurrido es malo.


Vibracionalmente, nos sintonizamos con más de lo que no queremos. Cada nuevo por qué es otro énfasis en atraer más de aquello que tanto estamos resistiendo.


Y la cuestión se vuelve más densa cuando nuestro desesperado por qué viene impregnado de la necesidad de control de nuestro ego.


Desde la idea de que si no lo entendemos racionalmente, estamos perdidos. Como si sólo fuéramos una mente física producto accidental de la evolución de nuestra neurología (olvidando la esencia espiritual de quienes somos realmente).


Pero la cosa cambia cuando nos hacemos…


La Pregunta desde Otro Estado de Consciencia


Cuando te asumes como ser espiritual creador de tu realidad…


Cuando de alguna manera sabes que todo lo que te ocurre es una nueva oportunidad para la evolución de tu alma, orquestada por tu consciencia expandida (esa que va más allá de lo que la mente física puede percibir y comprender)…


Cuando recuerdas que esto, la experiencia de esta vida, es un juego creativo del alma…


El por qué se convierte en una magnífica herramienta para apoyarte a…


Expandirte.


Evolucionar.


Recordar.


Re-conocer.


Despertar de tus hipnosis.


Y recuperar tu poder.


Por qué se convierte en una oportunidad para explorar tu consciencia con entusiasmo. Para conectarte con la curiosidad por cuál será el mensaje, el recordatorio, o la invitación que esto nuevo te brinda.


El por qué pasa a ser la declaración de tu disposición a dejarte guiar y a encontrar aquello que en el contexto de tu nueva realidad, se abre como una nueva posibilidad de ser.


Ya no es ¡Qué vaina! ¡¿Por qué?!, sino Hmmmm… Qué interesante… ¿Por qué?


Un por qué ahora impregnado de curiosidad y hasta entusiasmo por descubrir que hay aquí para la evolución de tu consciencia.


Un por qué con aire de liviandad desde el profundo saber que todo… realmente… está y estará bien.


Un por qué que ya no usas para quedarte atrapado en una vibra negativa, sino que fácilmente puede dar paso a…


¿Cómo esto me sirve?


¿Y ahora qué?


Ante esto nuevo, ¿qué es lo que quiero?


¿Quién me siento inspirado a ser ahora?


¿Cómo me siento guiado a usar esto?


O incluso un por qué que te ayude a despertar de las hipnosis de tus juicios, y te permita juguetonamente (y con la responsabilidad de quien se asume como dueño de su vida), reconfortarte en un…


¿Y?


Ajá. Pasó esto. ¿Y?


Nada viene con un significado de fábrica.


Desde ese reconocimiento, más que un por qué que se distorsione en juicios, la gran oportunidad está en un…


¿Y ahora qué?


…que te lleve a transformar el momento en una nueva oportunidad para ser más de quien realmente quieres ser.


P.D. Otra forma común de usar el por qué que realmente no nos lleva a lo que queremos, es preguntar “¿Y por qué no haces tal y cual cosa?”. O como cuando le preguntamos a nuestra pareja “Mi amor, ¿por qué no vamos al cine?”. Adivina qué estás disparando en el cerebro del otro.


Fuente: http://elpoderdeser.com

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