Sólo existe la unión de cuerpos y la de las almas.Lo que hay en medio es una guerra continua.Hombres y mujeres sólo pueden entenderse en la cama, y a veces ni eso.
Y más allá del sexo, de la simple y biológica danza hormonal, resta una interminable maraña de emociones ligadas a nuestras experiencias con papá y mamá. Hacemos terapia con la pareja, una terapia que consiste en proyectar lo que nos hicieron de niños sobre nuestro pobre compañero, quien a su vez hace lo propio.
Esta terapia se sutiliza cada siglo. Hemos pasado de matar a golpear. Más tarde, de golpear a insultar. Y siempre persiste ese enganche. Ese usar al otro para curar las propias heridas. Por eso, el otro es en realidad una extensión de uno mismo. No podemos verlo como "otro". Está "pegado" a nuestra psique, con el el pegamento de la proyección, el adhesivo más extraordinario que se conoce.
Hablan de la igualdad de género. Eso nunca va a ocurrir, somos macho y hembra, hombre y mujer, dos polos opuestos que la biología consigue aparear a golpe de una bioquímica tan cíclica como fugaz. La verdadera y única igualdad de género sólo puede darse cuando se trasciende el género. Sólo en estados de conciencia particularmente sutiles se produce la unión, precisamente porque en ese estado ya no hay diferencias.
Mientras tanto, a llorar. A disfrutar de lapsos de alegría. A gritar. A tener sexo. A confundir esos lapsos de alegría y el sexo con el amor. A proyectar, indefinidamente.
Es imposible dejar de usar al otro, al resto del mundo, como terapia. Pero parece que algunos hacen eso con tal intensidad que consiguen que su pareja se rompa. Y que el mundo les rechace para siempre.
Desconozco qué factor provoca que uno finalmente abandone -aunque sea parcialmente- la confrontación con el mundo, con el amigo, con la pareja, para tratar de sanar. Quizás influya una percepción, bastante cruda, de que el daño que uno lleva dentro, y a través del cual se percibe todo con mayor o menor deformidad, simplemente no tiene cura. Ese "dejarlo estar", que no tiene nada que ver con la amargura ni la resignación, sino más bien con una toma de conciencia que no depende de la voluntad, es irónicamente lo que a veces permite que la mente se relaje y se expanda, alcanzando cotas de comprensión mucho más profundas.
GUNTHER EMDE
No hay comentarios:
Publicar un comentario