"Eres un neurótico y, desde ese estado de neurosis has dado a luz a tus hijos, que son para ti una distracción. Como estás harto de ti mismo, quieres distraerte, y los hijos son una distracción magnífica porque generan problemas nuevos, cuando de los tuyos, ya casi viejos, estás más que aburrido. El marido está harto de la esposa y la esposa está harta del marido, así que quieren que algo se sitúe entre ellos, y eso es lo que hace el hijo. De hecho, muchos matrimonios siguen juntos por sus hijos; de no haber sido por ellos, se habrían separado...
Pero la madre y el padre llevan los dos a cuestas sus propios problemas y ansiedades, su propia locura. ¿Qué van a darles a esos hijos? ¿Qué les pueden dar? Aunque hablen de amor, son violentos. Su amor está ya envenenado, no saben lo que es el amor. En nombre del amor torturan a sus
hijos; en nombre del amor estructuran la vida de sus hijos, intentan matar la vida que hay en ellos; en nombre del amor dominan y poseen. Y los hijos, por supuesto, están indefensos y hacen todo aquello que los padres quieren. Si es preciso se les pega, se les moldea de una manera u otra, se les obliga a cargar con las ambiciones y los deseos insatisfechos de los padres, para que, cuando ellos mueran, los hijos tengan las mismas ambiciones e intenten hacer las mismas tonterías que ellos intentaron sin éxito.
Ser padre, ser madre no es tan fácil. Una vez que seas un individuo completo, podrás ser padre o ser madre y tener un hijo al que darás libertad, al que darás salud e integridad, que será de verdad elegante... y un regalo para el mundo. Él hará del mundo un lugar un poco mejor de lo que es. De lo contrario, no; de lo contrario, ¡contigo ya hay más que suficiente!".
Osho, El libro del Yoga II, Más allá del espacio, el tiempo y el deseo
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