Abres el Libro de la Vida, y éste habla por sí mismo.
Pues cada uno de nosotros lo ha firmado con sus actos.
Ésta es la verdad ejemplificadora,
que tanto nos asusta y nos consuela.
Cada uno de nosotros es un autor.
Escribiendo, con hechos, en el Gran Libro de la Vida...
Y a cada uno Tú le has dado el poder de escribir las líneas
que nunca serán perdidas.
Ninguna canción es tan trivial,
Ninguna historia es tan corriente,
Ningún hecho tan insignificante,
Que tú no lo registres.
Ninguna amabilidad se hace nunca en vano;
cada acto mezquino deja su marca;
todos nuestros actos los buenos y malos,
Son registrados y recordados por TI.
Así que ayúdanos siempre a recordar
que lo que hacemos vivirá por siempre;
que los ecos de las palabras que pronunciamos
resonarán hasta el final de los tiempos.
Puedan nuestras vidas reflejar este conocimiento;
puedan nuestros actos no traer ninguna vergüenza o reproche.
Puedan nuestras inscripciones en el Libro de los Recuerdos
ser por siempre aceptables para Ti.
Texto extraído del Mahzor Hadash.
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