Como es el corazón, así es la vida. Lo interior constantemente está convirtiéndose en lo exterior. Todo llega a revelarse. Lo oculto solamente lo está durante un tiempo; al final madura y emerge. La semilla, la planta, la flor y el fruto integran el orden cuádruple del universo. Y a partir de los comportamientos que existen en el corazón de un hombre se revelan las condiciones de su vida. Sus pensamientos florecen en acciones; y sus acciones dan el fruto de su carácter y su destino.
La vida siempre está evolucionando en el interior y así surge a la luz, y los pensamientos que se han generado en el corazón al fin se revelan en palabras, en acciones y en logros.
Así como fluye la fuente del misterioso manantial, de la misma manera fluye la vida del hombre desde los rincones más íntimos y escondidos de su corazón. Todo lo que él hace se genera en su corazón. Todo lo que será y hará se generará desde ahí.
El dolor y la felicidad, el sufrimiento y el goce, el miedo y la esperanza, el odio y el amor, la ignorancia y la iluminación no se encuentran en ninguna parte que no sea en el corazón, y todos ellos son únicamente condiciones mentales.
El hombre es el guardián de su corazón, el observador de su mente, el defensor solitario del alcázar de su vida. Como tal, puede ser diligente o negligente. Puede mantener cada vez más protegido su corazón. Puede tener las gran capacidad de vigilar y purificar su mente, para defenderla de pensamientos injustos; éste es el camino que nos conduce a la iluminación y a la dicha.
Pero también puede vivir con una actitud indolente y descuidada, y abandonar la suprema tarea de ordenar su vida con rectitud. Éste es el camino que nos conduce al autoengaño y al sufrimiento. ¡En el momento en que el hombre llegue a comprender que la vida en su totalidad procede de la mente, el camino de la bienaventuranza se abrirá ante él!
En consecuencia, descubrirá que posee el poder para tener el control de su mente, y para modificarla de acuerdo con su Ideal. Así que podrá elegir recorrer con firmeza y constancia esas sendas sublimes de pensamiento y acción. Para él, la vida será hermosa y sagrada; y tarde o temprano, se liberará de todo mal, confusión y sufrimiento, ya que es imposible que un ser humano no sienta liberación, la iluminación y la paz si cuida con diligencia incansable la puerta de su corazón.
James Allen.
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