La ira es la expresión del odio, los dos sentimientos más destructivos que puede albergar el ser humano. La ira no es algo que de repente aparece. Poco a poco se va fraguando en nuestro interior mediante el recelo, el rencor y, más tarde, el odio. Una vez instalado el odio en nuestro corazón, es muy difícil extraerlo, pero es posible. Es cuando aparecen esos accesos repentinos de ira que tanto daño nos hacen.
Es importante detectar esos primeros síntomas, esos recelos hacia ciertas personas. Una vez detectados es más fácil controlarlos.
Uno de os objetivos de la meditación es familiarizarse con el sentimiento de la Compasión. Sustituir esos recelos por compasión sería la solución pero para eso, ya sabes, se necesita tiempo, dedicación y constancia en la meditación. Con 20 minutos al día de meditación los beneficios son espectaculares.
Mediante la meditación entramos en la cocina de los sentimientos y podemos condimentar los positivos y desechar los negativos.
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