También han descubierto que reír refuerza las defensas al aumentar la actividad de los linfocitos T, que son las células inmunitarias; disminuye los niveles sanguíneos de cortisol, la hormona que aumenta la presión sanguínea y la frecuencia cardíaca; e incluso estimula la producción de proteínas como el interferón gamma, que lucha contra virus y tumores.
La risa es analgésica y antidepresiva.
Reír estimula la producción de endorfinas , unas moléculas asociadas a la sensación de placer, y reduce el nivel de ciertas hormonas relacionadas con el estrés y la ansiedad.
Por tanto, reír es una buena manera de mitigar el dolor en las dolencias como la artritis, el reumatismo o la fibromialgia.
Al sonreír o reír también se segrega serotonina, de poder calmante, y adrenalina, que potencia la creatividad y la imaginación. Las preocupaciones se disipan y se siente alivio, puesto que disminuye la presión psíquica.
Además, la risa puede ser catártica. Según la Asociación America del Humor Terapéutico, muchas personas se guardan el enfado, la tristeza o la rabia , y la risa ayuda a liberar esas emociones de forma inocua, por lo que se emplea a menudo en terapias destinadas a mejorar la gestión emocional. Es más, cada vez más hospitales incorporan talleres de risoterapia para acelerar la recuperación de los pacientes.
Cuerpo y Mente
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