Hoy surgió compartir una historia real de mi infancia. Es, creo, el primer atisbo de conciencia y presencia del que tengo memoria, y que por alguna razón ha quedado muy anclado en mí y me ha ayudado en muchas ocasiones, incluso posteriormente en mi juventud y adultez.
No recuerdo la edad, pero era muy pequeño. Mis abuelos habían vuelto de un viaje, y nos trajeron a mí y a mis dos hermanos varios regalos, y entre ellos, tres sacapuntas de lápiz con forma de pato, uno para cada uno. Empezamos a utilizar estos sacapuntas, y al cabo de un tiempo, alguno sacaba mejor punta que otro. En mí comenzó a aparecer un típico drama de niño: de quién era cada pato sacapuntas. ¿Cuál es el mío?. Puede parecer algo demasiado simple, pero siendo niño, era algo que realmente me tenía preocupado, acongojado y muy mal conmigo mismo y mis hermanos. Varias veces intenté definir a quién pertenecía cada sacapuntas, pero sin éxito, y además mis hermanos mucho problema no se hacían. La congoja y preocupación iban en aumento en mí, hasta que luego de varios días, en una especie de instante sagrado, apareció una voz interna muy profunda, acompañada de un sentir de gran Paz, una voz que era mi misma voz, pero a la vez era como algo más. “Solo son patos sacapuntas” fueron las palabras, las cuales fueron acompañadas de un profundo “insight” o revelación: no tenía sentido preocuparse tanto por algo material, sobre todo siendo tan poca cosa. A partir de ese instante se disolvió en mí toda preocupación por estos sacapuntas y pude compartirlos con mis hermanos sin problemas.
Lo más interesante fue que con el tiempo, aun siendo muy niño, cuando en otras ocasiones me aparecían preocupaciones similares, por aquel autito, o por ese otro juguete, aparecía el recuerdo impregnado de Consciencia: “solo se trata de patos sacapuntas”. En aquel entonces aún no había vivenciado un despertar espiritual, no hablábamos de la consciencia de hoy en día, ni del nuevo paradigma o la Nueva Tierra, ni habíamos leído los libros de Eckhart Tolle o enseñanzas similares. Lo que esto implica es que claramente hay una consciencia inherente a cada uno de nosotros, incluso, o tal vez más aun, siendo niños. Es esa voz interior sabia, que nos guía y ayuda, que nos aliviana cuando nosotros mismos nos enredamos, y que solo es cuestión de oírla, de dejarla salir, y en última instancia, se trata de Serlo, fundirse con esa instancia superior. De hecho, tal vez solo ese sea el objetivo de este tan vasto y variado juego, con sus tan diversas facetas y paisajes. Poder, en medio del juego, eventualmente ser uno con esa Presencia y poder así disfrutar el juego en plenitud, sabiéndonos Uno con Aquel o Aquello que puso a rodar y que guía al personaje que a veces creemos que somos.
Volviendo a la historia, en incontables ocasiones me ha ayudado enormemente recordarla, durante mi juventud, e incluso al día de hoy. No hace mucho - estando acongojado por cosas que, desde el punto de vista humano, pueden ser mucho más graves que la preocupación de un pato sacapuntas - esa revelación se profundizó: en última instancia, a lo que verdaderamente Somos, “todo es un pato sacapuntas”.
Para aquel que le resuene, esto puede ser una herramienta más para su caja de herramientas diaria. Cuando estoy preocupado o acongojado o triste o enojado por tal o cual cosa, o por lo que me hicieron, o lo que me dejaron de hacer, puedo recordar que “solo se trata de un pato sacapuntas”.
Autor: Sebastián Alberoni – www.caminosalser.com
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