No te acerques a mi tumba sollozando. No estoy allí. No duermo ahí. Soy como mil vientos soplando. Soy como un diamante, en la nieve, brillando. Soy la luz del sol sobre el grano dorado. Soy la lluvia gentil del otoño esperado, cuando despiertas en la tranquila mañana. Soy la bandada de pájaros que trina. Soy también las estrellas que titilan, mientras cae la noche en tu ventana. Por eso, no te acerques a mi tumba sollozando. No estoy allí. Yo no morí. Hoy es un buen día para vivir y también para morir.
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