1- Todos los seres humanos nacen libres de observar las nubes y dibujar en ellas las formas de sus sueños.
2- Toda persona tiene derecho a pasar la noche en vela indagando en el fulgor de las estrellas la permanencia de sus seres queridos.
3- Todo individuo tiene la dignidad de llevar en sus bolsillos piedras de colores, botones, lágrimas de nieve, tickets de cine o, siempre a lápiz, un necesario himno a la desobediencia, así como arco iris húmedos, polvo de hojas de otoño, estridencias para el alma — Bach, Vivaldi, Mozart, Beethoven –, sin faltar la breve fotografía de amor en sepia.
4- Nadie estará sometido a ser espectador del mundo, cuando el Arte ha dicho que podemos ser creadores de Universos.
5- Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al vagabundeo estelar y a la dulzura de la embriaguez, salir a contemplar la luna láctea con las libélulas y arrojar con melancolía apropiada guijarros al río.
6- Nadie será sometido a otros géneros, al menos que se trate de los “cuentos de hadas”, que en la paz de la generosidad se nos leían antes de dormir.
7- Todos somos iguales ante la ley Divina, sin importar que sea judía, cristiana o musulmana, ya que para reconocer en ella a Dios debemos conocer primero su imagen: la Naturaleza.
8- Antes que pretender hacer el amor, todo ser humano tiene derecho a que el amor lo haga.
9- Toda persona tiene derecho a una nacionalidad, que bien puede ser la República de las Letras, en la sólida mansedumbre de sus abecedarios de luz.
10- Todos las personas poseen todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de impaciencia, desamparo, aturdimiento, felicidad egoísta, regocijo cósmico u opinión intrascendental o de cualquier otra índole, origen familiar o zodiacal, posición a la hora de nacer, dormir, amar, volar, llorar o cualquier otra condición.
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