martes, 22 de marzo de 2011

MENSAJE DE GAIA...

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No tengan miedo. Sí, hay grandes cambios. Sí, hay heridas. Sí, hay aún más grandes cambios por delante. Pero todo esto es parte de un todo mayor, ¿lo ven? Hay un destino más grande que ustedes comparten, y un destino aún mayor del que su Madre, su Pachamama, su querida Gaia, Ella misma es sólo una parte. Ustedes están a salvo. Están protegidos. Son amados.


Esto no quiere decir que los cambios no van a afectar a un gran número de vidas, irrevocablemente. Esto tampoco quiere decir que no habrá muerte, tristeza, miedo y dolor. Estos son parte de la experiencia en el plano físico. Pero, en general, si pudieran alejarse en el espacio y ver la Tierra a una gran distancia con el alcance de todo el tiempo existente, verían que estos eventos son sólo una pequeña parte de la experiencia de la Tierra. Se tejen en el tejido creado en cada momento de amor y triunfo y conexión. Estos eventos pueden ser considerados como dolores de crecimiento, los pasos necesarios en la continua evolución del planeta, parte de la creciente historia de la existencia, y una lágrima de lo Divino.


Así como yo, Gaia, los protejo y defiendo con cálidos brazos sustentadores, ustedes también están encargados ​​de cuidarme. Estamos entrelazados, ustedes y yo. Su luz brilla sobre mí y me da esperanza, así como mi profunda verdad les da valor. Montamos esta ola, recorremos este camino, juntos. Su dolor es mío, y el mío es suyo. Respiren conmigo, entonces. Si están en silencio pueden sentir mi respiración, mi ritmo. Que esto se convierta en parte de su jornada de hoy, respirar con la Gran Madre. Que cada paso que den se convierta en un testimonio de su amor por esta Tierra, por este planeta, por su hogar. Que cada latido de su corazón se convierta en un recordatorio de su conexión con Gaia, de su conexión entre ustedes. Respiramos el mismo aire. Nuestros corazones laten al ritmo. El tamboreo profundo en mi interior resuena en su corazón, y a través de ese latido nos hacemos uno.


Que los acontecimientos de esta semana y más allá se conviertan en su recordatorio de que el latido de su corazón canta en el alma de todos a su alrededor, y que ya es hora de que su canción se levante en armonía con las canciones de todo ser en el planeta. Es hora de cantar juntos, de tejer el tejido dorado de su continua historia – su destino – en el latido de su Madre Gaia.

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