En una ocasión, un famoso pintor hizo un cuadro.
Lo anunció a los medios dando el aviso para una presentación del mismo en una conferencia de prensa.
Al evento asistieron muchas personalidades.
Al momento de revelar la pintura todos aplaudieron. Indudablemente aquello era una verdadera obra de arte.
El cuadro reflejaba a Jesús, parado ante una casa y tocando a la puerta.
La magnificencia con la que el artista había pintado el cuadro era tal, que parecía estar vivo.
Alguien de entre los asistentes encontró un pequeño defecto: la puerta no tenía cerradura. Se acercó entonces al autor de la obra y le dijo: creo que se le ha olvidado un pequeño detalle, pues esa puerta no tiene cerradura, ¿cómo se supone que se abre?. Entonces el buen hombre contestó: en efecto, no tiene cerradura; pero no fue por descuido. Sucede que la cerradura está por dentro. Esta puerta representa el corazón del hombre, pero sólo puede abrirse desde adentro.
Jesús, representa al amor que, toca de puerta en puerta, esperando el momento en que le abramos nuestro corazón.
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