jueves, 19 de septiembre de 2013

LOS AUTÉNTICOS MILLONARIOS...♥






Que la vida no es fácil para nadie ya lo sabemos todos. A medida que cumplimos años contemplamos perplejos cómo las idealizaciones de nuestra juventud van desapareciendo una por una. Por ejemplo, de creer que que un coche lujoso va a darnos la felicidad pasamos a creer que lo que nos da son muchos gastos. 

Cuando comenzamos la vida de pareja estamos convencidos de que eso nos colmará de estabilidad y de alegría. Cuando tenemos bebés, entonces son los hijos los que van a salvarnos. Cuando compramos la casa soñada, el hogar se transforma en nuestro refugio. 

Luego va pasando el tiempo y nos encontramos clasificando a las parejas en dos categorías: las que van mal, y las que van muy mal. Nuestros hijos crecen y en vez de salvarnos nos señalan con el dedo que no tenemos salvación. Y la casa va quedando vacía de sueños, de ilusiones, mientras se llena de realidad.

Y todo esto, que visto así podría parecer tan penoso, es en cambio imprescindible para hallar nuestra auténtica riqueza. Para poder llorar, por ejemplo, hace falta tener esa riqueza. Hay muchas personas que no pueden permitirse derramar ni una sola lágrima de las de verdad. Y, qué casualidad, son las mismas que corren a comprar coches, casas, relaciones e hijos. Ellos piensan que todo puede comprarse, precisamente para ahogar su angustia interna.

Los auténticos millonarios son los que pueden llorar. Los auténticos ricos son los que pueden soportar el derrumbe de sus sueños sintiendo una nueva libertad. Los verdaderamente acaudalados son los que consiguen dejar de aferrarse a los brillos de la superficie de sus vidas. Esa clase de riqueza puede hacer que parezcas superficialmente pobre, desgraciado o estúpido. Los otros millonarios, los que se aferran a sus casas, familias y actitudes de cartón piedra, se reirán de ti. Porque la burla es uno de los múltiples rostros del miedo.

Ojalá esa clase de riqueza interior, esa que es profunda y por tanto difícil de manejar, esa que permite ver las luces pero también las sombras, ojalá esa clase de riqueza se manifieste cada vez más en esa sociedad a veces engatusada con el falso brillo de la mera riqueza exterior. - 

Gunther Emde

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