martes, 11 de junio de 2013

La historia de Esther y el mensaje de su padre fallecido...♥







El amor no tiene límites, no conoce fronteras y la muerte no es una de ellas. El amor sigue presente a pesar de que estamos en distintos planos. Los seres que han fallecidos están lejos y a la vez, muy cerca de nosotros.

Echamos de menos a nuestros seres queridos fallecidos. Hicimos grandes planes junto a ellos, vivimos hermosas historias, planeamos vidas tranquilas y felices, llenas de proyectos estupendos que de repente desaparecen.

Nos sentimos perdidos, bloqueados, tristes, angustiados, decepcionados; podemos sentir rabia, impotencia, y a veces, podemos sentir paz, a pesar del dolor. Vivimos sentimientos contradictorios; les queremos, les echamos de menos y a la vez, sabemos y queremos que estén en un lugar mejor.

Los que seguimos vivos, solemos pensar que los seres que han muerto, sienten y piensan de la misma manera que cuando vivían. En alguna ocasión, me he encontrado con personas que decían no reconocer a sus seres queridos cuando estos les pedían pasar página ante determinados hecho o situaciones.

En consulta, he vivido varios casos parecidos. Recuerdo el caso de EstherSu padre había fallecido. Había decidido tomar su relevo en la cuestión familiar, y quería saber si su padre le daba alguna indicación sobre el camino que debía seguir. Se sentía sola. El origen del problema, una herencia mal repartida, que había provocado que las relaciones entre los hermanos fueran muy malas. Y con el paso del tiempo, las posturas en vez de acercarse, eran más lejanas y negativas.

Esther estaba indignada porque unas tías suyas, hermanas de su padre, habían actuado en su contra una vez más. Estaba muy dolida y sabía que su padre le entenderíaSu sorpresa fue enorme al escuchar el mensaje de su padre, le dijo que el asunto ya no tenía importancia para él. Esther estaba indignada, no se lo podía creer, su padre en vida, había mantenido una actitud firme con respecto a sus hermanas. El no era así. Nunca hubiera tirado la toalla.

El padre de Esther, viendo que ella no entendía la situación, se dirigió una vez más a ella y le explicó que al morir, se había dado cuenta de que durante su vida, la rabia que había sentido hacia su familia, le había impedido ser feliz, hacer aquello que quería de verdad. Había confundido sus prioridades, olvidándose de sus necesidades. No quería que le pasara lo mismo a ella.

Esther, respondió a su padre, que él mismo le había dicho muchas veces, que era importante mantener la misma postura ante su familia. Ella, que pensaba que su padre estaba orgulloso de ella,se había encontrado que le pedía que lo abandonara todo, que lo dejara, que no merecía la pena; que debía buscar su felicidad y que si no lo hacía acabaría siendo un amargado como él. Quería lo mejor para ella, le estaba indicando qué camino debía tomar, cómo debía vivir su vida. Esther no lo comprendía, su padre no podía haber cambiado tanto. Era imposible.

Esther estaba confundida, dolida, se sentía olvidada y abandonada. Indudablemente, tuvo que ser muy duro de asumir y aceptar que la lucha de una vida, los objetivos de todos los días, quedaban relegados, así sin más. Su padre le había dicho que debía vivir la vida de otra manera, buscando su propia felicidad y olvidando a quienes les habían hecho daño.

Decidió que quién le hablaba no era su padre. Se marchó dolida. Al cabo de un tiempo, volvió a ponerse en contacto conmigo. Quería pedirme disculpas por su actitud y comportamiento.Comentó que se había sentido decepcionada tras su consulta conmigo pero que al poco tiempo, había empezado a tener unos sueños muy especiales con su padre.

Esther sintió que su padre le hablaba y le marcaba de nuevo el camino. Le había costado comprender que áquel ser que transmitía paz y amor, y que no hablaba de las jugarretas que le habían hecho los demás, era su padre. Por fin, había entendido los mensajes que le había dado. Al mismo tiempo, empezó a entender la transformación de su padre tras su muerte.

Los seres queridos al morir, tienen un mayor nivel de conciencia que nosotrosSu perspectiva cambia, se transforma, hay más amor. Los sentimientos como la rabia, el odio, el dolor, la incomprensión, tienden a remitir hasta quedar en nada; o mejor dicho, en amor, en comprensión y apoyo.

El amor llega hasta los rincones más oscuros del alma, del corazón y la mente, llenándolos de luz, de claridad. Si permitimos que nos llene, seguro que encontraremos que parte o muchos de nuestros miedos desaparecen; y sobre todo, empezaremos a escucharnos a nosotros mismos, dando comienzo a una nueva etapa en nuestra vida. 

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