domingo, 19 de mayo de 2013

PATRONES DEL TODO...GREGG BRADEN





Ahora debería ser obvio que somos seres holográficos. También debe ser igualmente aparente que somos cuerpos holográficos viviendo en la conciencia holográfica de un universo holográfico. Somos seres poderosos, expresándonos a través de los cuerpos que extendemos más allá del borde de nuestras células para convertirnos en el universo mismo.

Simplemente, "siendo" quienes somos abarcamos toda la creación, reflejando todo, desde el fenómeno más grande hasta el más ínfimo suceso, desde el mayor resplandor de la luz hasta lo más oscuro de la oscuridad. Sus amigos son parte de esa totalidad, al igual que sus parejas, padres e hijos. Nuestros cuerpos reflejan los patrones del universo integrados dentro de más patrones, integrados en el interior de más patrones y así sucesivamente. Sin embargo, nuestra existencia holográfica no es un secreto, y ha sido el tema de algunas de las prosas y poesías más profundas en la historia de nuestro mundo.

Por ejemplo, en la obra gnóstica El trueno: La mente perfecta, una mujer del siglo III declara que ella no es nada más ni nada menos que la integración de todas las posibilidades que ya existen en el interior de cada persona. "Soy la primera y la última," afirma. "Soy la prostituta y la mujer sagrada. Soy la esposa y la virgen... Soy la madre de mi padre y la hermana de mi esposo... En mi debilidad, no me desampares, y no temas mi poder... ¿Por qué me has odiado en tus exhortaciones?"

Por muy precisas que sean estas palabras al describir nuestra existencia holográfica, fueron escritas durante los primeros años de la iglesia cristiana y se adelantaron muchísimo a su época. Con esto en mente, cuando le pidieron al patriarca del concejo de la iglesia que escogiera los documentos que deberían ser omitidos de los textos religiosos "oficiales", es fácil comprender por qué El trueno: La mente perfecta quedó perdido hasta el descubrimiento de la biblioteca anterior a la aparición de la iglesia, la Nag Hammadi, casi 1,700 años más tarde.

Lo importante aquí es que cada uno de nosotros es total y está completo por sí mismo. Y en este estado, encontramos la clave para descubrir los patrones todavía mayores de curación que existen en el interior de una totalidad todavía mayor. Es este poderoso principio el que se manifiesta en nuestras vidas, activando experiencias y emociones que pueden, de hecho, tener poco que ver con lo que creemos que son.

Por ejemplo, es muy probable que la tristeza que sentimos durante una película que describa una tragedia, tenga poco que ver con la escena real que está siendo representada en la película. La avasalladora escena de los soldados disparándole al lobo amaestrado por John Dunbar (interpretado por Kevin Costner), en la película de 1990 Danza con lobos es una ilustración perfecta de cómo actúa este principio en nuestras vidas. Vimos a través de los ojos de Dunbar cómo los mismos soldados que lo habían tomado prisionero ataca- ron al lobo que había llegado a confiar en él como un amigo.

He visto esta película en muchas ocasiones, y cada vez la emoción que esta escena provoca en la audiencia es poderosa, genuina, y para algunas personas, misteriosa. ¿Por qué sentimos tanta tristeza cuando vemos que cazan y asesinan al lobo Two Socks? 

preguntan. La respuesta podría sorprenderlos. La razón es: porque hay muchas probabilidades de que la tristeza que sienten tenga muy poco que ver con lo ocurrido en la pantalla. Hay muchas probabilidades de que en el espacio de unos cuantos minutos, la película haya activado sentimientos que ellos han bloqueado cada vez que han perdido o se les ha privado de algo precioso.

A fin de cuentas, no es sorprendente descubrir que los sentimientos evocados mientras observa una película, tienen más que ver con nosotros, con lo que hemos perdido en nuestro interior, para poder sobrevivir nuestras experiencias de la vida, que con el drama que viven personas en la pantalla. Sin embargo, sin saber que hemos entregado tanto de nosotros mismos, podemos reaccionar ante libros, películas o situaciones con los cuales nos identificamos. Es nuestra manera de recordarnos que todavía reconocemos las cosas que hemos perdido con el fin de sobrevivir los momentos dolorosos de la vida.

Parece que nuestras vidas funcionan de esta manera: cada uno de nosotros le refleja a los demás partes distintas de la totalidad. Recordamos esto en el antiguo principio hermético de:

"tal como es arriba, es abajo; igual por dentro que por fuera." Como sugiere el físico John Wheeler: quizá somos circuitos cósmicos de retroalimentación en el universo repitiendo los mismos patrones una y otra vez, en diferentes niveles de la escala. Si llevamos un paso más adelante esta idea, las tradiciones antiguas sugieren que el circuito de la "experiencia" de la vida sigue durante todo el tiempo que nos tome encontrar nuestra sanación final. Luego somos liberados del ciclo, o como creen los hindúes: se termina nuestro karma.



Extracto de La Matriz Divina.
Gregg Braden.

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