domingo, 12 de mayo de 2013

EL DUEÑO DEL MUNDO...♥



Cierto día, en una vieja estación de trenes, al interior de una provincia cordillerana, un apacible anciano, que tomaba el aire fresco de la tarde, se me acerco, al ver en mi cierta impaciencia y desagrado por la tardanza del tren. Estaba ya empezando a sentirme muy molesto por la demora y creo que trate a mas de alguien con cierta dureza, y comenzó una conversación tan agradable que nunca he olvidado sus sabias palabras.

Cuando llegué a viejo, después de haber pasado viviendo y aprendiendo todos estos años, he tenido el valor de reconocer que somos nosotros mismos, cada uno de nosotros, los que hacemos nuestro mundo propio.

¿Sabe? Viajo con bastante frecuencia a la gran metrópoli y siempre tuve la idea de que en esa ciudad todos los que manejaban un taxi eran muy impacientes y de pésimo humor. Pero también me parecían malhumorados los empleados de los ferrocarriles y los trabajadores de los hoteles. Y pensé que con ninguno de ellos podría llegar a llevarme bien.

Pero un día me encontré, en plena ciudad capital, y por pura casualidad con un libro de Thackeray, a disposición del público en la recepción de un hotel, y las primeras palabras que leí, y las únicas, por decirlo de una forma honesta fueron las siguientes: “El mundo es un espejo que muestra a cada cual el reflejo de su propia cara”. Ese día, cuando con el taxista ya estábamos poniendo las caras de pocos amigos, tuve la idea de razonar de esta manera: Esto que está pasando ¿no será el resultado de mi propio proceder ante los demás?

Empecé a vivir entonces por las palabras leídas en el libro de Thackeray. En el siguiente viaje a la capital no pude encontrar a ningún taxista malhumorado, ni ascensorista o empleados de ferrocarriles antipáticos. ¿Había cambiado la gran ciudad, o seria yo el que había cambiado? La respuesta era muy clara.

Dejar todas las excusas para evadir nuestras faltas es igual a ir a una tierra extraña en donde todo es nuevo y distinto. En ese lugar es uno el que tiene que asumir las causas de sus fracasos y dificultades. Aunque, claro, las muchas presiones externas influencian nuestra propia vida, y no por eso la tiene que dominar. Pero suponer que es así equivale a engañarse a uno mismo.

Desde ese día, en la capital, llegué a convencerme de que la idea descrita por Thackeray forma la base de todas las relaciones para con nuestros semejantes. La forma más rápida de enmendar la mala voluntad de los demás es empezar a corregir la nuestra.

Ensáyela usted también, le dará buenos resultados. Además contribuirá en gran medida al grato trabajo de hacer nuevos amigos y a la alegría de estar vivos.

Ese día aprendí una gran lección, y pude hacer un nuevo amigo.

Fuente: http://www.autorneto.com

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