Ya no tenía el mismo cuerpo, ni la misma inocencia, sentada en aquella mesa que la vio crecer, la invadió la nostalgia. Aquellos días en los que la familia estaba unida, donde la felicidad brotaba, sin más. Sus sueños, sus esperanzas y sus expectativas.
Retroceder a millones de buenos, regulares y malos momentos. Su mente viajo mientras untaba la rebanada de pan tostado con queso. Casi no es capaz de volver a la realidad, cuando su hija, la llamaba desde el cuarto de la abuela. Su mente aturdida con la nostalgia por el pasado, se llenó de felicidad por el futuro, al ver corretear aquel rostro inocente y alegre, por el pasillo a su encuentro.
El pasado, el presente y el futuro eran de ella, de aquella preciosa niña, tan parecida a ella y en la que encontraba su felicidad. Siempre era eso lo que había deseado, el amor incondicional. La felicidad, absoluta, estaba escondida allí mismo, ante sus ojos, brotaba en cada risa de su pequeña.
S.Stephan
VÍA YO EVOLUCIONO
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