lunes, 21 de enero de 2013

EL EFECTO BOOMERANG: LO QUE VA, VUELVE



Cristina Artigas

En física se dice que la fuerza de la inercia siempre se opone al cambio. Podemos hacer la prueba lanzando una piedra al agua, será difícil que cambie el sentido en el que la hemos tirado. Eso mismo ocurre con nuestras acciones y pensamientos, en todos los aspectos de la vida. Lo que hacemos y cómo lo hacemos, vuelve como un boomerang hasta nosotros de la misma forma en que lo hemos hecho, sin cambios, y además deja huella, inevitablemente. Algunas más profundas que otras, pero lo que hacemos siempre le influye a alguien (incluidos nosotros mismos) y nuestras acciones llegan más lejos de lo que sospechamos.

Por ello, al contrario que la piedra que no tiene voluntad propia, las personas hemos de esforzarnos en vencer el miedo y la desconfianza ante la incertidumbre de lo que no conocemos y cambiar la forma en que actuamos y pensamos. Pero para vencer la inseguridad, necesitamos esforzarnos desde dentro para que nuestra actitud se refleje también hacia fuera. Predicar con el ejemplo es sin duda la mejor manera de decirle a los demás, cómo somos y cómo creemos que debemos hacer las cosas. Son solo algunos, los que suelen anticiparse a los cambios, señalando los caminos que después seguirá la mayoría, pero ¿no sería maravilloso anticiparse al mundo, innovando con nuestra actitud positiva y abierta?

Sí, pero para hacer bien esto, hay que ser responsables y no confundir responsabilidad con culpabilidad, pues son muy distintas. Responsabilizarse de lo que uno hace no tiene una connotación negativa sino todo lo contrario, implica madurez y libertad. Cuando comprendemos que somos libres de tomar la actitud que queremos en la vida, responsabilizarnos de nuestras acciones nos resulta fácil y natural. Si al principio parece incómodo, el truco está en darnos tiempo. No tenemos por qué responder ni actuar en el mismo momento en que ocurren las cosas. Somos libres de tomarnos el tiempo necesario hasta asegurarnos de tener la actitud deseada. Esta es la gran diferencia entre actuar y reaccionar. Después, es necesario aceptar las consecuencias con optimismo, sabiendo que son estas y no otras, el resultado de nuestra acción. Es la ley de causa y efecto. “Quien siembra, recoge.”

-Actuar con coherencia, dando ejemplo ante nuestras propias exigencias con los demás, es el primer paso para lograr que se nos trate como deseamos.

-No podemos pedir respeto, si no respetamos a los otros, ni a nosotros mismos en primer lugar.

-De nada sirve desear no ser juzgados ni criticados, si en nuestras conversaciones aparece siempre la crítica o el juicio hacia el comportamiento ajeno.

-Es inútil aconsejar si ni siquiera intentamos ponernos en el lugar del otro para comprenderle.

Fuente: http://www.piensaesgratis.com

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