martes, 29 de enero de 2013

EL AMOR...SIEMPRE EL AMOR....










EL AMOR NOS DA EL VALOR DE:



Luchar por nuestros sueños.



Dar la vida por los que llevamos en el corazón.



Modificar nuestra propia existencia.



Cambiar nuestro ser.



Rebasar el límite de nuestras potencialidades.



EL AMOR NOS DA LA FUERZA DE:



Para respetar a los seres que amamos.



Para sonreír a pesar de las adversidades.



De la humildad para pedir perdón.



La grandeza de la comprensión.



La nobleza de perdonar.



EL AMOR NOS DA EL PODER DE:



Para manifestar nuestras emociones.



Para alcanzar estrellas.



Para convertir nuestros sueños en realidades.



Entregar nuestra vida por un ideal.




El amor nos transforma en seres superiores, nos despierta nuestra capacidad de asombro, nos da la sensibilidad de la contemplación, nos impulsa a niveles infinitos, nos da la fuerza para recorrer nuestra vida con un espíritu invencible y nos impulsa a alcanzar lo imposible.



El amor es la fuerza que Dios deposita en el corazón de todos los seres humanos, a cada uno corresponde decidir vivir como un paladín o un cobarde, como un conquistador o un conformista, como un ser excelente o un mediocre, como un ser lleno de luz o quien permanece por siempre en la oscuridad, el amor hace nacer la fuerza para atrevernos a ser auténticos colaboradores en la grandeza de la creación.



Si de verdad amas, lucha con todas tus fuerzas para conquistar lo que deseas.

El valor para luchar por tus hijos.

Cuidar de tus padres.

Hacer feliz a tu pareja.

Conceder el perdón a tu enemigo.

Pedir humildemente perdón a quien ofendiste.



¿Tienes la fuerza para amarte a ti mismo, de convertirte en el ser que estás llamado a ser?

¿Te atreverías a hacer de tu vida una obra magistral digna de las manos que te crearon?

¿Tendrás el valor de ser un auténtico hijo de Dios? ¿Tienes la fuerza del amor?





OH, DIOS,

Dame la fuerza de Tu amor.



Que mi corazón se llene de Tu Amor para que mis palabras broten con la sencillez de las flores en los campos.



Que el fluir de mis pensamientos sea como el de los ríos, que a su paso crean vida y no piden nada para sí.



Que mis deseos no sean otros que servirte de la mejor manera que sé.



Que mi meta sea vivir en Ti conscientemente más allá de las palabras.

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