domingo, 14 de octubre de 2012

HABLA CON EL...♥






–Yo tuve un sueño un poco asquerosillo anoche... ¿Puedo contarlo?

Sandra integra el taller de los martes y hasta ahora sólo se ha dedicado a escuchar las interpretaciones de los sueños de otros. Le cuesta recordar sus propios sueños. Pero hoy había amanecido con unas imágenes un tanto perturbadoras e inmediatamente las anotó. Ahora está ansiosa por saber su significado.

–Pero claro –comenta Martina–. Mucho más entretenido. Cuéntanos.

–En mi sueño, miro mi cara en el espejo y veo que en mi mejilla izquierda tengo dos espinillas muy feas. Quiero reventármelas.... Qué asco... Pero me distraigo y no lo hago. Luego me vuelvo a mirar y me doy cuenta de que ahora tengo una protuberancia en el costado izquierdo de mi boca que abarca gran parte de mi mejilla. Es como la carne de hígado: suelta, blanda, como podrida. ¡Me aterra verme! Pienso en cómo voy a ir a trabajar así. Sé que se puso así porque no le di la importancia que tenía.

<<Entonces me aprieto esa protuberancia e inmediatamente se dispara un chorro de agua, sale toda y la hinchazón baja. Vuelvo a mirarme en el espejo y ahora mi cara está normal, la protuberancia ha desparecido.

–¿Le pusiste un título a tu sueño? – pregunta Martina.

–No. Pero creo que podría ser: "No le di suficiente importancia".

–Ok. Ahora ya sabes qué tienes que hacer. Describe los símbolos. Qué son y luego qué son para ti.

–Bueno, parto por el espejo. Es un implemento que sirve para reflejar. No les doy más importancia que eso. Una espinilla es una pequeña protuberancia que aparece en el cuerpo y es de muy feo aspecto, no me gustan para nada, me hacen sentir muy fea.

‹‹La mejilla es la parte más visible de la cara. Y la cara es aquella parte anterior de la cabeza que está más expuesta, con la cual uno se presenta ante los demás. Para mí es muy importante verme presentable y, ojalá, bonita.

–Me parece suficiente, Sandra –apunta Martina–. ¿Alguien le quiere hacer una pregunta de asociación?

Marco se atreve esta vez.

–Sandra, yo te preguntaría lo siguiente, a ver si te resuena. ¿Hay algo que estés experimentando hoy en tu vida que en algún sentido tiene un feo aspecto, que te hace sentir mal, que sientes que te deja mal ante los demás, y que has querido solucionar, pero por no hacerlo a tiempo al final quedas con un problema mayor, con algo que huele a podrido de algún modo?

–Sí... Me hace sentido, Marco... Pasa que hay algo que tengo atragantado, algo que tengo que hablar con mi marido. Es que él tuvo una actitud muy fea conmigo el otro día, en una reunión familiar hizo un comentario poco acertado sobre un proyecto en el que estoy y eso me dolió mucho. Me sentí ofendida y quedé con la sensación de que me hizo quedar mal ante los demás. He querido decírselo, he querido conversar, pero hasta ahora no lo he hecho. ¿Será que el sueño me quiere decir que si no hablo con él, el problema se agrandará?

–¿O será que el problema ya tiene el aspecto de la protuberancia, es decir, ya se ha agrandado en tu interior? ¿Qué significará "apretar esa protuberancia" en relación con eso que tienes atragantado? –pregunta Marco.

–Bueno… es sacar afuera lo que ésta tiene adentro. O sea, quizá decir lo que tengo atragantado, hablar con mi marido sobre el efecto que produjo en mí su actitud en esa reunión familiar.

–¿Qué es el agua? –Marco piensa en lo que salió de la protuberancia cuando Sandrá la apretó en el sueño–. Porque no salió sangre, sino agua…

–El agua es un elemento vital sin el cual no se puede sobrevivir. En el contexto del sueño, que salga agua y no sangre me hace pensar que en realidad lo que hay debajo de la protuberancia no es grave, pero necesita salir para bajar esa hinchazón.

–¿Y entonces será que la solución a tu problema con tu marido es más simple de lo que piensas? –insiste Marco.

–Creo que sí –responde Sandra–. Creo que el sueño me quiere decir que sólo necesito sacar afuera lo que siento, hablar con él y que tal vez de esa forma me daré cuenta que el problema no es tan grave y que con sólo hacer eso desaparecerá.

‹‹¡Gracias! ¡Voy a intentarlo! –sonríe Sandra–. Después les cuento.

Edna Wend-Erdel

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