miércoles, 18 de mayo de 2011

NUESTRO EXISTIR ES UN PRODUCTO DE LA MEMORIA...



Pocas veces, tomamos en cuenta que nuestro existir es producto de la memoria.  No podríamos desempeñarnos si no recordáramos cómo es hacer el desayuno, lavarnos los dientes, vestirnos, leer el diario, realizar la actividad a la que nos dedicamos, etc.  Estas funciones de la memoria son imprescindibles y nos facilitan las tareas.  Es la estructura de nuestro hacer.
¿Qué sucede con nuestro ser?  ¿Hasta qué punto nos define el cargar con las memorias del pasado?  ¿Qué cambiaría de nosotros si pudiéramos olvidar?  ¿Es posible olvidar?  Preguntas vitales.  ¿Qué respuestas tenemos a ellas?  En general, crecemos con la idea de que el pasado es imborrable, fijo, determinista. A tal niñez, le corresponde tal desarrollo.  A tal situación traumática, le sigue tal invalidación.  Una especie de teoría casi condenatoria y fatalista, en la que nos ofrecen laadaptación o la lucha como soluciones.  
¿Hay otra?  Pensemos.  Cuando aprendemos a conducir un automóvil, en principio tenemos que recordar los distintos elementos y la forma en que funcionan.  A medida que practicamos y los vamos incorporando, se nos hace automático manejar y ya simplemente nos subimos y lo hacemos sin pensar.  La clave es que aprendimos e incorporamos el proceso.  ¿Por qué continuamos recordando cuando se trata de ser?  Porque no encontramos la enseñanza y no la hicimos carne, parte de nuestra nueva vida

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